Decía la noche antes Marta que si no había sol, habría que
alquilar uno, que bastante había perjudicado la lluvia al bolsín, teniendo que
suspenderse/aplazarse en dos ocasiones (semifinal y final), rara avis en este certamen. Al final lució el sol
para dejar que las gradas de la coqueta plaza toresana tuviera runrún de
vecinos y foráneos.
Con Marta siempre está Alba, esa niña que reparte la suerte
con una sonrisa, y hay que ver lo que ha crecido! Como ella el bolsín, que
celebra un lustro desde que Alba repartiese los papelillos numerados por
primera vez, ya ha llovido desde aquello…
Alba estaba nerviosa y seguramente algo triste por ver como
se acaba el certamen y tendrá que pasar un año hasta que vuelvan a rondar los
nervios y reparta la suerte, como lo estaban los 9 novilleros que partieron
plaza -el décimo estaba de camino- saludando a un deshabilitado palco
presidencial ayuno de presidencia, tras el paseíllo un respetuoso minuto de silencio
fue el digno homenaje en memoria de un torero, un chaval que como ellos soñaba
por ser figura en los Andes, Renatto Mota. El sombrero de ala ancha se vació de
papelillos en el sorteo que siempre precede a la tienta.
La suerte dispuso el orden y el ganadero Pedro simón el de
sus vacas, si bien fueron del hierro de La Cardenilla, dispares de pelo y juego
predominando la mansedumbre.
En la primera fueron Ángel Tellez y Cristobal Ramos “Parrita”
los encargados de abrir la tienta, fría de inicio, sin demasiada fijeza a las
telas, tampoco la demostró en el caballo que montaba Javier Bastida, ya en la
muleta mejoró la condición permitiendo torear a ambos, no sin esfuerzo por
llevar la embestida hasta el final.
La segunda, muy parecida a su antecesora, mas díscola en el
capote de Jaime Casas, novillero de raíces zamoranas, llegó a la muleta que le
presentó en primer lugar Alvaro Sanchez para meterla en la tela, nada fácil lo
tuvieron ninguno de los dos, notándose el oficio de Alvaro.
La tercera, la mas mansa de todas, de mala condición y feos
derrotes que complicaron por no decir imposibilitaron la lidia de Fernando del
Rocio y el mexicano Jose Miguel Arellano. Robaron un puñado de embestidas con
tesón, soportando tarascadas como la soportada por el mexicano que vestía con
traje charro, viendo fracasada toda opción al triunfo, algo mejor por mando el
sevillano que logró una tanda de poder.
La cuarta, ensabanada, una pintura de vaca, dio al traste
con las expectativas que había creado en la plaza en cuanto le presentaron el
percal, el caballo preferia verle a la distancia, el limoncillo de la pica
apenas la rozó. Alfonso Ortiz y Daniel de la fuente tuvieron que sacar garra
para conseguir encelar a la vaca y llevar largo el muletazo, complicada tarea.
La quinta debía saber de su cometido, cerrar el bolsín y
dejar buen recuerdo a cuantos desde las gradas esperaban la brava que les
devolviera la fe inicial, fueron Alvaro Martin y Cristian Perez que hubo de
acartelarse ultimo y llegar apenas unos minutos antes al coso debido a un
imprevisto en el viaje para dejar lo mejor de la tarde, bien podrá decir
aquello de los últimos serán los primeros, pues el mando en su muleta fue lo
mejor de la tarde, haciendo romper a la vaca que acabó embistiendo con buen
son, borrando el recuerdo de las anteriores de La Cardenilla.