Una de esas noches que estando en la finca de Hector Barcenilla tras haber toreado esa misma tarde, uno, se queda a cenar tras varios ofrecimientos previos, quizá fue una señal, todo estaba preparado bien entrada la noche para torear al dia siguiente -bendita suerte- sonó el telefono, una de esas llamadas que cambian el destino, el sino, una aventura en la que hay que decidir en cuestión de segundos. Era una llamada de Francia, a esas horas cerrando un acuerdo para el dia siguiente... decir no y perder la oportunidad brindada o decir un si y emprender la avetura? fue un Si rotundo, no habia marcha atrás, en 4 horas emprenderiamos rumbo a Saint Remy de Provenze, sin saber ni donde estaba, san google puso de su parte.
Las 3 de la madrugada arrancando con los caballos adormecidos y preguntandose quien les había despertado de su sueño, imposible explicarles la aventura que les esperaba, ni nosotros -la cuadrilla de Hector- lo sabíamos. Emprendimos viaje, nervios, sueño, mucho sueño, incertidumbre y la furgoneta cargada de ilusión, las horas pasaban a medida que devorábamos kilómetros, atascos y mas atascos, y los nervios en aumento al comprobar que Saint Remy aun parecía lejano y la hora del festejo se echaba encima. Llegamos tras un tedioso viaje,14 horas lo certifican, ni sabemos como dimos con la plaza de toros, 3 horas para el toque de clarín cuando los caballos arribaban a suelo, trabajo en equipo y todo solucionado, a tiempo y sin escatimar detalles -la ayuda de compañeros fue fundamental-
En el alojamiento, una preciosidad de casitas rurales de nuevo san google como ayudante, el momento de vestirse, calzarse botas y espuelas y quitar nervios, no hay marcha atrás.
Comenzó el festejo con puntualidad, con una banda tocando desde el centro haciendo la entrada y espera amena, la noche, fresca acompañaba a echarse el jersey.
Abria Juan Manuel Cordero, experimentado en estas lides, entendió rápido al toro de Laurent Fanó y al público que aplaudía tras cada farpa -pues era corrida a la portuguesa- tras cada banderilla al son de la música, mas palmas. Actuaron los forcados amadores de Coruche, la plaza era un hervidero de emociones y aplausos tras la pega a la primera. Rejoneador y forcado fueron premiados con vuelta al ruedo.
En su segundo, tras dos farpas, tomó las banderillas ante un toro con mas complicaciones que el primero, buscaba las tablas el toro, que acabó por levantar la barrera propinandonos un buen susto a forcados y algunos mas, tuvo que emplearse para clavar, mas complicado se lo puso a los forcados, aunque lograron realizar la pega y vencer al cornúpeta. vuelta al ruedo para ambos.
Hector Barcenilla lo tenia claro, había ido a dejar su sello, sudadero en mano se fue a portagayola, error de principiante, el toro salió con pies y la plaza en forma de coliseo no ayuda a salir de la cara, tras las farpas buscó el toreo fundamental, el ir al toro de cara aunque ello no ayudara, en escena los forcados que realizaron la pega a la segunda. vuelta al ruedo
En el cuarto de la noche, con los nervios disueltos la faena fue mas fluida, sin dejar de lado el toreo a caballo, lidiar al aspero toro que no era el mejor colaborador, tampoco se lo puso fácil a los forcados, que tuvieron que emplearse para que se arrancara el toro y aguantar la fuerte embestida al cabo, tres intentos con sus respectivos vuelos por el morillo del toro y varios achuchones que le propinó el morlaco, le ganó la partida al enviarle a la enfermeria con la nariz echa pedazos y contusiones varias, y otro nuevo cabo que toma el relevo, se arma de valor y sin pensarlo le cita, a la quinta lograron la pega a tan dificil murube, y decian que serian fáciles... vuelta al ruedo para Hector que paseó el birrete del cabo herido tras la invitación a su compañero que desistió en dar, vergüenza torera!!
El quinto, lidiado por colleras fue un marrajo, con sentido el toro tras la primera farpa fue casi imposible su lidia, las tres farpas solo le cabrearon mas, y que mala leche se gastaba! ni la música celestial que logra erizar el vello de las palmas al son de la marsellesa o la música de la banda consiguieron amansar a la fiera, las banderillas contra las tablas arriesgando las monturas dieron paso a la pega nada fácil de los forcados, aplomado al refugio de las tablas arrancaba con tal furia que el cabo soportó en su cuerpo su furia, hubo que acortar distancias e irse al toro literalmente para cobrar la pega y abandonar satisfechos del albero tras la vuelta al ruedo de los tres, rejoneadores y cabo.
Acabado el festejo, una cena reponedora en el coso, con la peña taurina local brindando por el festejo. Los caballos satisfechos de el esfuerzo realizado, reponiendo fuerzas con el alimento fresco y el orgullo - que le tienen- por las nubes.
Unas horas de descanso y vuelta a casa, dejando atrás los recuerdos, las vivencias y las ganas de repetir sin tanta precipitación.