Noche apacible en Laguna de Duero, con los tendidos con ganas de disfrutar, no podía
ser de otra forma, la puesta en escena novedosa, inmejorable, espectáculo de
luz y fuego, dando mayor importancia a los héroes que se las verían cara a cara
a los de Monte de Oca, que esperaban impacientemente en chiqueros.
16 fueron estos héroes que llegados desde diversos puntos de
la geografía arribaron en Laguna, cual gladiadores, hicieron su presentación, y
rápidamente calentaron motores entre la tensión previa a tal batalla, divididos
en cuatro grupos, comenzó al más alto nivel, dejando claro que todos vienen a
ganar la batalla ante los castaños de Oca, tanto es el nivel que es inevitable
ver algún que otro enganchón, roturas de pantalones y camiseta que dejan claro
el riesgo que existe y el ajuste en el embroque.
En el segundo de los grupos pasamos la nota trágica que
nadie quiere ver, una cogida de leve importancia que se saldó con un corte en la
pierna, el nivel era máximo el toro un poco peleón no quiso vender su batalla
nada fácil y puso en serios apuros a sus rivales que veian como uno a uno se
jugaban mas que el triunfo en cada uno de los embroques, el pitón derecho era
un sable que buscaba presa continuamente.
El tercer grupo viendo el nivel alcanzado no quiso rendirse,
poniendo todo de su parte frente a las afiladas astas del negro, que permitió
el lucimiento de todos ellos , mostrando su bravura en todo momento, rozando
los cuerpos de sus oponentes, que veian como pasaba la cornamenta a escasos centímetros
de sus riñones, o bien saltaban cuando la cornamenta alcanza la posición del
joven que salta sobre el lomo dejando al toro enloquecido buscando por donde se
ha escapado la que preveía presa fácil.
De nuevo un castaño saltó al ruedo en el cuarto grupo, con
una cornamenta de las que quitan el hipo, se prestó a una actuación vibrante,
de las que quedan grabadas en la retina, ver al mismo tiempo meter riñones al toro
estirando su cuello a la vez que se ajusta el embroque con los riñones es algo
imborrable, y en Laguna se pudo vivir.
Antes de la final, los mas pequeños tuvieron su momento, ese
que pone nerviosos, enfrentarse a su particular toro, embroques con torería,
esa que ven a sus ídolos, otros con mas nervios salen a carrera tendida
buscando un refugio que les libre de semejante burel, uno tras otro, se
enfrentan a la cara, con mas o menos temple, y todos ellos con una sonrisa en
su cara tras haberse enfrentado cara a cara, y volver a la grada con un regalo
que ilusiona a grandes y pequeños.
Tras conocerse los finalistas, salió al albero un negro
albardado bragado, de impecable lámina, cornamenta astifina y vivaz mirada, a
él se enfrentaron los 4 mejores de cada grupo y el mejor segundo de todos
ellos, 4 cortadores y un saltador nato que sacaron valor y torería, y dejaron
claro por qué eran los elegidos, ajustados cortes y saltos, poniendo el vello
de punta a propios y extraños, rozando las afiladas astas, sintiendo el bufido
del animal, que busca constantemente alcanzarles, sin lograrlo por la pericia
de todos ellos, ajustados los saltos, y su ejecución, salto sobre las mismas
astas rozando el lomo, y saliendo de la suerte con pisada firme, cualquiera de
ellos podía ser el vencedor final, pero solo uno podía llevarse el trofeo que
le acredita como ganador.
Hubo tiempo para dar lances a la verónica, y no era un
torero renombrado, el argandeño cortador, “el moro” tomó el capote, echó la
pierna pa´ adelante y firmó pictóricas verónicas. Entre humo luz y fuegos artificiales fueron
saliendo uno a uno a recoger su trofeo y la ovación del público.
Clasificación:
1º Victor Holgado
2º Alejandro Garcia “Pajarito”
3º Juan Manuel corcovado
4º Andrés Cervera
5º Jose Antonio Pérez “Josele”